No hay duda que el ejercicio diario de la medicina, el contacto
con el sufrimiento, con las intimidades, las preocupaciones y los miedos de los
pacientes nos dotan de una materia prima muy valiosa que ninguna otra profesión
puede adquirir.
JOSÉ JAVIER RUIZ. (Sevilla 1964) es pediatra desde el año 1997,
ejerciendo su actividad profesional en su ciudad natal, donde alterna su labor
en el Centro de Salud La Plata, del Servicio Andaluz de Salud, con el ejercicio
privado en el IHP de Sevilla.
Desde hace años indaga en el pasado de
Sevilla, primero escribiendo diferentes novelas históricas,y después creando la
Colección Callejeos por Sevilla, fruto de sus interminables paseos por su
ciudad, Sevilla/ ciudad galana/ que comenzaste a vivir/ de un beso que la
mañana/ con tintes de ópalo y grana/ dio al claro Guadalquivir, como la
describiera en una ocasión Luis Montoto. Hoy hablamos con él a propósito de la
presentación de sus Callejeos por Triana en
la histórica Peña Trianera del arrabal sevillano.
Pediatra y escritor. ¿Qué nació antes, la vocación médica o la
literaria?
Sin duda la vocación médica. Desde niño quise ser médico según
dicen mis padres, y nunca dudé del camino a seguir. Escribir vino después, cuando
conseguí llegar al final de mi meta, de la larga carrera de fondo que tenemos
que realizar los médicos hasta conseguir situarnos.
Se ha escrito mucho sobre la tendencia de los médicos por la
literatura ¿Tiene alguna teoría que justifique esa deriva?
Es verdad que existe esa tendencia. Todos recordamos a Ramón y
Cajal o a Gregorio Marañón como ejemplo de médicos que además de adquirir
prestigio con sus carreras fueron excelentes escritores. Otro sería Arthur
Conan Doyle, el padre de Sherlock Holmes.
No hay duda que el ejercicio diario de la medicina, el contacto
con el sufrimiento, con las intimidades, las preocupaciones y los miedos de los
pacientes nos dotan de una materia prima muy valiosa que ninguna otra profesión
puede adquirir. Eso, junto con la necesidad de evadirse del contacto diario con
la enfermedad, hacen a cualquier médico un escritor potencial. Y así plasmamos
en el papel la belleza del pensamiento humano (poesía o prosa poética) o narramos
historias llenas de personajes que más de una vez han podido pasar por nuestras
consultas (novelas), o incluso nos aventuramos a indagar en la historia en
busca de información que nos haga evocar otros tiempos pasados.
Acaba de presentar su tercer volumen de la serie Callejeos por
Sevilla ¿Qué pretende con esta colección?
Sevilla atesora una historia apasionante y rica, un pasado tan
intenso que a pesar del transcurrir de los siglos sigue aflorando
inesperadamente entre sus calles y plazas. Así que solo era cuestión de tiempo
que en mis continuos paseos por ella me fuera encontrando con esas huellas del
pasado.
Personajes históricos, leyendas antiguas, iglesias y conventos,
tradiciones populares, hermandades y desde luego tabernas famosas y bares
llenos de historia se fueron amontonando ante mí de tal forma que no tuve más
remedio que comenzar a escribir todo lo que Sevilla me iba mostrando.
Y así nació “Callejeos por Sevilla”, una serie de rutas por los
barrios de la ciudad en las que es la misma ciudad la que caprichosamente marca
el guión.
El primer título de la serie fue el dedicado a los Barrios de San
Lorenzo y San Vicente. Supongo que influyó en la elección, su devoción por el
Señor de Sevilla. ¿Cómo definiría esta zona de Sevilla?
Claro. Yo voy mucho a la Plaza de San Lorenzo, como tantos sevillanos,
al corazón de la devoción de la ciudad, a la basílica del Gran Poder, pero
siempre me quedaba en la plaza o sus alrededores. No me introducía en el
barrio. Y eso hizo que fuera un verdadero ignorante en las riquezas que San
Lorenzo y San Vicente atesoran. Así que mis primeros callejeos fueron por estas
collaciones, añadidas al primitivo núcleo poblacional por los almohades en el
siglo XII, trazadas a tiralíneas al ser inicialmente utilizadas como huertas y
lugar de recreo. Barrios de conventos y órdenes religiosas, de poetas, entre
sus calles me encontré con Rafael Montesinos, Romero Murube y Rafael Laffón, de
viejas hermandades, y desde luego de numerosas iglesias, verdaderos museos
artísticos.
Luego se pasó a la judería ¿Qué encontró allí?
“Callejeos por San Nicolás y San Isidoro” comenzaron en la calle
Mateos Gagos, los límites de la judería y desde allí recorrieron la calle
Abades para subir al primitivo altozano, el cerro a salvo de las cíclicas
crecidas del Guadalquivir donde se asentaron los fenicios, los fundadores de la
vieja Sevilla, Ispal.
Después llegarían los romanos levantando su primera ciudad, ya
Híspalis, en el mismo sitio, por lo que estos callejeos pasan junto a las
columnas de la calle Mármol y acaban en la Alfalfa, cerca del castellum aquae, la gran cisterna
encontrada en la plaza de la Pescadería, la antigua Costanilla.
Y ahora ha publicado la primera parte del dedicado a Triana. Otro
mundo ¿No es así?
Sin duda. Yo diría otra Sevilla. Porque sus orígenes son
diferentes. La orilla derecha del Guadalquivir tuvo su propia dinámica, tanto
que el cauce del río se trasladaba de un sitio a otro impidiendo asentamientos
humanos prolongados, hasta llegar a la época musulmana, cuando parece que se
estabiliza. Los almorávides fundaron el primer barrio de Triana y después los
almohades lo unieron a Sevilla a través del Puente de Barcas, construyendo poco
después un castillo a su lado que lo defendiera.
Aun así, los trianeros siempre han estado muy aislados de Sevilla,
y hasta la inauguración del Puente de Isabel II en 1852, la población de Triana
estaba mejor comunicada con los pueblos del Aljarafe que con la otra orilla del
Guadalquivir. Esto ha creado un sentimiento de identidad propia muy acentuado
entre los trianeros que es preciso conocer y respetar. Por eso “Callejeos por
Triana” además de narrar la historia de los lugares por donde transcurre,
recuerda a numerosos trianeros que han ido dejando sus huellas por todo el
barrio. Y desde luego al flamenco, a la alfarería y a la cerámica, señas de
identidad propias del barrio.
¿Lo próximo será completar el Arrabal de Sevilla?
Claro, porque Triana es tan amplia que para poder mantener el
formato de la colección como libros manejables que se puedan llevar en las
manos mientras se pasea, fue preciso dividir en dos partes el barrio. Esta primera
transcurre por la Triana alfarera del norte, quedando por callejear el sur
marinero que se formó alrededor de la iglesia de Santa Ana.
¿Como escritor que prefiere, ficción o no ficción?
Prefiero la novela histórica, donde se mezcla la realidad de un
momento determinado de la historia con la ficción que el novelista inventa para
aderezar la obra y que sea más amena.
Aparte de los Callejeos, en los que está centrado ahora, ¿que
libro le gustaría escribir sobre Sevilla?
Uff. Muchos. Cualquier episodio de la amplia, rica y desconocida
historia de nuestra ciudad. Un libro muy interesante sería la vida de don
Fadrique de Castilla, el hijo del rey San Fernando, el que construyera la torre
que lleva su nombre.
Curar niños, escribir libros y su pasión por el Sevilla F.C. ¿Hay
tiempo para todo?
Por supuesto que sí. La jornada tiene muchas horas. El trabajo
ocupa la mayoría pero siempre quedan ratos para salir a pasear por Sevilla,
para interesarse por donde vamos, a qué sitios llegamos o quién fue tal o cual
personaje del pasado. Y desde luego para apasionarse por unos colores, los del
Sevilla FC, un equipo que nos está dando tantas alegrías últimamente. Todos
deberían experimentar la pasión por un club, la alegría compartida con familia
y amigos y el orgullo de pertenecer a un equipo que representa a tu ciudad allí
por donde va.