viernes, 10 de junio de 2016

José Javier Ruiz


 No hay duda que el ejercicio diario de la medicina, el contacto con el sufrimiento, con las intimidades, las preocupaciones y los miedos de los pacientes nos dotan de una materia prima muy valiosa que ninguna otra profesión puede adquirir.

JOSÉ JAVIER RUIZ.  (Sevilla 1964) es pediatra desde el año 1997, ejerciendo su actividad profesional en su ciudad natal, donde alterna su labor en el Centro de Salud La Plata, del Servicio Andaluz de Salud, con el ejercicio privado en el IHP de Sevilla.

Desde hace años indaga en el pasado de Sevilla, primero escribiendo diferentes novelas históricas,y después creando la Colección Callejeos por Sevilla, fruto de sus interminables paseos por su ciudad, Sevilla/ ciudad galana/ que comenzaste a vivir/ de un beso que la mañana/ con tintes de ópalo y grana/ dio al claro Guadalquivir, como la describiera en una ocasión Luis Montoto. Hoy hablamos con él a propósito de la presentación de sus Callejeos por Triana en la histórica Peña Trianera del arrabal sevillano.

Pediatra y escritor. ¿Qué nació antes, la vocación médica o la literaria?
Sin duda la vocación médica. Desde niño quise ser médico según dicen mis padres, y nunca dudé del camino a seguir. Escribir vino después, cuando conseguí llegar al final de mi meta, de la larga carrera de fondo que tenemos que realizar los médicos hasta conseguir situarnos.

Se ha escrito mucho sobre la tendencia de los médicos por la literatura ¿Tiene alguna teoría que justifique esa deriva?
Es verdad que existe esa tendencia. Todos recordamos a Ramón y Cajal o a Gregorio Marañón como ejemplo de médicos que además de adquirir prestigio con sus carreras fueron excelentes escritores. Otro sería Arthur Conan Doyle, el padre de Sherlock Holmes.

No hay duda que el ejercicio diario de la medicina, el contacto con el sufrimiento, con las intimidades, las preocupaciones y los miedos de los pacientes nos dotan de una materia prima muy valiosa que ninguna otra profesión puede adquirir. Eso, junto con la necesidad de evadirse del contacto diario con la enfermedad, hacen a cualquier médico un escritor potencial. Y así plasmamos en el papel la belleza del pensamiento humano (poesía o prosa poética) o narramos historias llenas de personajes que más de una vez han podido pasar por nuestras consultas (novelas), o incluso nos aventuramos a indagar en la historia en busca de información que nos haga evocar otros tiempos pasados.

Acaba de presentar su tercer volumen de la serie Callejeos por Sevilla ¿Qué pretende con esta colección?
Sevilla atesora una historia apasionante y rica, un pasado tan intenso que a pesar del transcurrir de los siglos sigue aflorando inesperadamente entre sus calles y plazas. Así que solo era cuestión de tiempo que en mis continuos paseos por ella me fuera encontrando con esas huellas del pasado. 

Personajes históricos, leyendas antiguas, iglesias y conventos, tradiciones populares, hermandades y desde luego tabernas famosas y bares llenos de historia se fueron amontonando ante mí de tal forma que no tuve más remedio que comenzar a escribir todo lo que Sevilla me iba mostrando.

Y así nació “Callejeos por Sevilla”, una serie de rutas por los barrios de la ciudad en las que es la misma ciudad la que caprichosamente marca el guión.  

El primer título de la serie fue el dedicado a los Barrios de San Lorenzo y San Vicente. Supongo que influyó en la elección, su devoción por el Señor de Sevilla. ¿Cómo definiría esta zona de Sevilla?
Claro. Yo voy mucho a la Plaza de San Lorenzo, como tantos sevillanos, al corazón de la devoción de la ciudad, a la basílica del Gran Poder, pero siempre me quedaba en la plaza o sus alrededores. No me introducía en el barrio. Y eso hizo que fuera un verdadero ignorante en las riquezas que San Lorenzo y San Vicente atesoran. Así que mis primeros callejeos fueron por estas collaciones, añadidas al primitivo núcleo poblacional por los almohades en el siglo XII, trazadas a tiralíneas al ser inicialmente utilizadas como huertas y lugar de recreo. Barrios de conventos y órdenes religiosas, de poetas, entre sus calles me encontré con Rafael Montesinos, Romero Murube y Rafael Laffón, de viejas hermandades, y desde luego de numerosas iglesias, verdaderos museos artísticos.

Luego se pasó a la judería ¿Qué encontró allí?
“Callejeos por San Nicolás y San Isidoro” comenzaron en la calle Mateos Gagos, los límites de la judería y desde allí recorrieron la calle Abades para subir al primitivo altozano, el cerro a salvo de las cíclicas crecidas del Guadalquivir donde se asentaron los fenicios, los fundadores de la vieja Sevilla, Ispal. 

Después llegarían los romanos levantando su primera ciudad, ya Híspalis, en el mismo sitio, por lo que estos callejeos pasan junto a las columnas de la calle Mármol y acaban en la Alfalfa, cerca del castellum aquae, la gran cisterna encontrada en la plaza de la Pescadería, la antigua Costanilla.

Y ahora ha publicado la primera parte del dedicado a Triana. Otro mundo ¿No es así?
Sin duda. Yo diría otra Sevilla. Porque sus orígenes son diferentes. La orilla derecha del Guadalquivir tuvo su propia dinámica, tanto que el cauce del río se trasladaba de un sitio a otro impidiendo asentamientos humanos prolongados, hasta llegar a la época musulmana, cuando parece que se estabiliza. Los almorávides fundaron el primer barrio de Triana y después los almohades lo unieron a Sevilla a través del Puente de Barcas, construyendo poco después un castillo a su lado que lo defendiera.

Aun así, los trianeros siempre han estado muy aislados de Sevilla, y hasta la inauguración del Puente de Isabel II en 1852, la población de Triana estaba mejor comunicada con los pueblos del Aljarafe que con la otra orilla del Guadalquivir. Esto ha creado un sentimiento de identidad propia muy acentuado entre los trianeros que es preciso conocer y respetar. Por eso “Callejeos por Triana” además de narrar la historia de los lugares por donde transcurre, recuerda a numerosos trianeros que han ido dejando sus huellas por todo el barrio. Y desde luego al flamenco, a la alfarería y a la cerámica, señas de identidad propias del barrio.

¿Lo próximo será completar el Arrabal de Sevilla?
Claro, porque Triana es tan amplia que para poder mantener el formato de la colección como libros manejables que se puedan llevar en las manos mientras se pasea, fue preciso dividir en dos partes el barrio. Esta primera transcurre por la Triana alfarera del norte, quedando por callejear el sur marinero que se formó alrededor de la iglesia de Santa Ana.

¿Como escritor que prefiere, ficción o no ficción?
Prefiero la novela histórica, donde se mezcla la realidad de un momento determinado de la historia con la ficción que el novelista inventa para aderezar la obra y que sea más amena.

Aparte de los Callejeos, en los que está centrado ahora, ¿que libro le gustaría escribir sobre Sevilla?
Uff. Muchos. Cualquier episodio de la amplia, rica y desconocida historia de nuestra ciudad. Un libro muy interesante sería la vida de don Fadrique de Castilla, el hijo del rey San Fernando, el que construyera la torre que lleva su nombre.

Curar niños, escribir libros y su pasión por el Sevilla F.C. ¿Hay tiempo para todo?
Por supuesto que sí. La jornada tiene muchas horas. El trabajo ocupa la mayoría pero siempre quedan ratos para salir a pasear por Sevilla, para interesarse por donde vamos, a qué sitios llegamos o quién fue tal o cual personaje del pasado. Y desde luego para apasionarse por unos colores, los del Sevilla FC, un equipo que nos está dando tantas alegrías últimamente. Todos deberían experimentar la pasión por un club, la alegría compartida con familia y amigos y el orgullo de pertenecer a un equipo que representa a tu ciudad allí por donde va.